Sergio Antoniazzi
Además de la muerte del actor David Carradine, también fue noticiado, en todo el mundo, la muerte del último sobreviviente de la tragedia del Titanic, Milvina Dean, de 97 años. Ella sobrevivió al naufragio del transatlántico, en 1912, cuando aún tenía nueve semanas de vida. Milvina murió en un asilo en Hampshire, sudeste de Inglaterra. El Titanic sumergió el 15 de abril de 1912, año fatídico, después de golpear un iceberg. Milvina Dean era el pasajero más joven a bordo.
Cuando el Titanic zarpó de Inglaterra, con destino a New York, Estados Unidos, era considerado el trasatlántico más moderno del mundo y algunos periódicos noticiaron que “ni Dios seria capaz de afondar aquél barco. Seguramente, Dios no sumergió el Titanic, porque esto no era un desafío para Él, pero quedó la lección importante de que el hombre muchas veces es arrogante al se imaginar un dios que todo hace y todo puede con su tecnología.
Fue con la Revolución Industrial y con los inventos del siglo 19, como el barco a vapor, por ejemplo, que el hombre concluyo que ya no necesitaba de Dios, pues entendía él que, con su propia capacidad creativa, sería autosuficiente para resolver sus problemas. Por lo tanto, a partir del siglo 20, la humanidad comenzaba una era materialista en que el hombre se convirtió en un tecnócrata, y esto quizás le costó, entre otras cosas, dos grandes guerras mundiales, en que las naciones producirán una corrida armamentista, con máquinas de fuego jamás concebidas.
Hoy, el hombre sigue fabricando titanics de todos los tipos, en diversos seguimientos científicos, y no solamente aumentó su poder inventivo, como también su prepotencia en se afirmar un dios. La Biblia ya profetizaba que en los últimos días el saber humano se multiplicaría, así pues que todo esto es más un cumplimento de las Sagradas Escrituras, pero sabemos que hasta la locura de Dios es mas sabia que los hombres.
En cuanto Milvina Dean, es lamentable que hubiera pasado por problemas económicos con su edad, pues el gobierno de un país considerado un de los más ricos del mundo no le dio la ayuda necesaria. Aunque tenía pocas semanas de vida cuando sucedió la tragedia, ella decía que el Titanic cambió su vida, pues su destino era vivir en New York y no pasar toda su vida en Inglaterra.
La historia dice que, mientras el Titanic sumergía, los músicos del barco tocaron un himno, cuya letra dice: “Más cerca quiero estar de ti, Señor”. Espero que ahora la nueva morada de Milvina Dean estés en el reino celestial, donde las Escrituras dicen ser un lugar donde no habrá más lágrimas… “y el mar ya no existe”.
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